La pesca al jig, o jigging, es una técnica dinámica y muy efectiva para capturar especies pelágicas y de fondo en el Estrecho de Gibraltar. Consiste en mover de forma rítmica un señuelo metálico (jig) para imitar el movimiento de un pequeño pez herido, despertando el instinto depredador de lubinas, doradas, chernas e incluso atunes. Además, el jigging es ideal para barcos de charter, pues combina acción deportiva, alta intensidad de capturas y adaptabilidad a diferentes calados y corrientes.
Caña y carrete: Cañas de acción media-fuerte (15–50 g) y carretes ratio alto (6:1 o superior) para recogida rápida.
Señuelos (jigs): Metálicos de 30 a 150 g, preferiblemente con acabados reflectantes y triples afilados.
Hilo y líder: Monofilamento o trenzado de 30–50 lb, con líder fluorocarbono de 60–80 lb para reducir visibilidad.
Bajada: Dejar que el jig alcance la profundidad deseada, ajustando según ecosonda y corriente.
Cadencia: Elevar con tirones cortos (1–2 s) impartiendo acción “vibra-ascenso”, recuperando algo de línea y repetición constante.
Recuperación final: Tirón largo para provocar ataques de depredadores en capa media.
Detección de picada: Mantener tensión constante; la picada suele notarse como un peso súbito o frenazo.
Aprovecha las corrientes de marea: el jig remontando se convierte en señuelo perfecto.
Observa ecosonda para identificar cañones y afloramientos rocosos donde se agrupan las piezas.
Alterna pesos según variaciones de profundidad: jig ligero en 30–50 m y pesado más abajo.